domingo, 27 de octubre de 2013

PERONISMO Y BIPOLARIDAD.



Por Raúl Isman (Historiador y académico argentino).
Octubre de 2013.
El título del presente editorial no alude a cuestiones psiquiátricas, sino más bien a bruscas oscilaciones de la mentada fuerza política, que la hacen pendular entre posiciones extremas y muy a menudo inconciliables. Desde sus comienzos el movimiento creado por el General Perón se orientó nítidamente hacia la liberación nacional; dicha tal expresión no sólo en su significación política. No hay dudas que permitió liberar la energía creadora (afectiva, económica, social, cultural, política) del pueblo, sin que tamaño despliegue fuere en beneficio del imperio en retirada (La pérfida Albión) o el entonces ascendente de las barras y estrellas. Pero la enorme amplitud social, política e ideológica del peronismo hizo que anidase en su seno un importante ala mucho más cercano a la dependencia y la subordinación colonial que al norte señalado por su fundador y estratega. En aquel aciago septiembre del ’55 no se privaron de negociar y amoldarse al orden conservador que se pretendió imponer a sangre y fuego y su defección es parte de la explicación de la derrota.
No se trata de historiar las casi siete décadas del peronismo, sino de contextualizar la urgencia de la situación que se viven con relación a las elecciones parlamentarias del 27 de octubre (tercer aniversario del fallecimiento del insigne patriota Néstor Kirchner). En realidad y oculta a la percepción del gran público se plebiscita si la Argentina continúa inscripta en el bloque independentista latinoamericano o se ubica en el miserable seguidismo al tambaleante imperio usamericano. Y una vez más el desafío al proyecto nacional conducido por Kristina provino no del alicaído y deplorable universo antiperonista, sino de una franja desprendida del Frente para la Victoria, denominado Frente Renovador. Tal espacio nació en el marco de la estrategia imperialista consistente en armar espacios similares al que se desea derrotar. En la terminología peronista, los recién “llegados” fueron rápidamente motejados como “traidores”; cuando en rigor “traicionaban” al poder económico reaccionario y globalizado al integrar el actual oficialismo. Leales y traidores son conceptos insuficientes por demás para comprender la realidad; ya que el desfavorable resultado obtenido en las primarias no puede comprenderse sin observar la despiadada artillería desplegada por los grandes medios de comunicación, la condición sado-masoquista de muy vastos sectores de las clases medias y el cartilaginoso comportamiento del peronismo. Que la derecha neoliberal peronista se imponga en distritos con fuerte predominio de los sectores populares (muy beneficiados por los gobiernos del 2003 hasta hoy) da cuenta que la fuerza creada por Perón constituye una base política caracterizada por la consistencia del moco. Y el sadismo de amplias capas medias (hacia los gobiernos que los han favorecido) no es más que el preludio hacia su masoquismo, consistente en optar por fuerzas que, de llegar al ejecutivo nacional, reeditarán la hecatombe nacional del año 2001. Y con ello una consecuencia insoslayable sería que masas de jóvenes de sectores medios volverían a caer en la deseperación por irse del país, como ocurría hace más de una década. No es casual que el Frente Renovador rehúse mencionar al pasado. Se verían en ese caso las coincidencias entre las políticas que vergonzadamente impulsan hoy y las que hundieron a nuestra nación en el marasmo; del cual la rescató el Kirchnerismo. Nunca está demás recordar que en la década del 90 la fuerza que destruyó la ciclópea obra del General Perón fue el propio Peronismo, por entonces hegemonizado por Menem.
El proyecto nacional ha demostrado en otras circunstancias adversas una multiplicidad de recursos para enfrentar a la reacción. Ojalá sean utilizados adecuadamente hacia la próxima elección y en los complejos meses por venir. Una vez más el destino de la Argentina se dirime en la bipolaridad del peronismo.